Independientemente de los saltos hacia atrás coyunturales como el reciente golpe de Meza-Camacho y compañía en Bolivia, del que algún tonto de capirote se alegrará.
Otto Van der Velde Q.
La correlación de fuerzas políticas latinoamericana tiende a cambiar de nuevo. Podría decirse que poco duró la dicha en la casa de los neoliberales imperialistas. Sobre una frase de Hegel señala Marx, en su muy vigente 18 Brumario, que los grandes hechos de la historia universal se repiten, dos veces, una vez como tragedia y otra vez como sainete. Al analizar el golpe de estado ejecutado en diciembre de 1851 por Luis Bonaparte -sobrino de Napoleón- que monta la dictadura militar en la Francia republicana, indica Marx que la tragedia en la revolución burguesa de Napoleón Bonaparte se convirtió en sainete con el golpe militar de Luis Bonaparte.
Justo esa es la reciente historia del neoliberalismo y sus seguidores del <libre mercado>. Al eufórico ascenso anticomunista de los noventa con ALCA y todo lo demás, siguió el vertiginoso desarrollo de las diversas corrientes nacional democráticas en muchos países latinoamericanos. El neoliberalismo de los años noventa retrocede batido por los movimientos progresivos del año dos mil: el bolivarianismo de Hugo Chávez en Venezuela, el indigenismo revolucionario de Evo Morales en Bolivia, la revolución ciudadana de Correa en Ecuador, el sandinismo nicaragüense de Ortega, las grandes manifestaciones populares de Haití, además de otros movimientos de masas importantes que, de acuerdo a la forma nacional de cada uno de ellos, tienden a cambiar el panorama latinoamericano y del Caribe. Se debilita la doctrina neoliberal imperialista, resurgen con fuerza las corrientes nacionalistas, antiimperialista y socialista de masas. Nuestro Continente pasa a las primeras filas del frente de la lucha mundial contra el imperialismo y sus socios europeos y del área. Venezuela en un centro de ellas. Se realinean las clases sociales latinoamericanas y del caribe para nuevas acciones.
Los avances políticos ideológicos con gran protagonismo de los nacionalistas no llegan al final y el capital internacional encabezado por Estados Unidos desencadena la revancha contra el progresismo instalado. Aliados a la delincuencia de cuello blanco y al lumpen de la zona, Estados Unidos sella el Pacto de Lima, arrastra a la Unión Europea para forzar violentamente un frente neoliberal contra el progresismo latinoamericano-caribeño -particularmente contra el proceso revolucionario venezolano- lo que en efecto no es ya una tragedia producto de la crisis estructural capitalista sino el sainete de la política de Trump y sus amigos; es decir, en los noventa como drama del libre mercado, del 2018 en adelante, como una burla sangrienta de los únicos aliados del siglo posible para el imperialismo mundial: la delincuencia internacional. Se da el Pacto de Lima con la OEA, Piñera, Guaido, Macri, Bolsonaro, Meza-Pacheco en Bolivia etc., entra la reaccionaria burguesía francesa, italiana, alemana o española. Todos ellos acusados por su propia gente de corrupción, ilegalidad, narco militarismo, homicidios y otros grandes valores humanistas del capitalismo siglo 21.
Ahora bien. Desarticulada nuevamente por las masas la revancha neoliberal, a lo largo de este año vuelve la lucha por el cambio en la correlación de fuerzas populares del área latinoamericana, presionando al movimiento revolucionario a estudiar dialécticamente un nuevo ciclo de progresismo político-social en el que seguramente el proletariado tendrá mayor incidencia que en el anterior.
En ese sentido, la visión izquierdista o liberal del problema no es el mejor punto de apoyo. El subjetivismo de ambas ideologías, invalidan la objetividad de sus conclusiones. En el caso de las posiciones izquierdistas, algunos camaradas se empeñan en afirmar que todo lo que pasa en ese campo <es más de lo mismo>, revelando un grave desconocimiento del materialismo dialéctico, de sus leyes, categorías e innovaciones en el desarrollo de la lucha de clases y sus determinantes políticas. Quien no vea el formidable salto ideológico y político de las masas en los últimos 20 años o quien lo acepte sólo hasta donde le interesa, estancándolo en el mercado o estrellándolo en el super comunismo, es un militante empírico que no quiere ver lo que está a la vista, que por ello traslada información falsa a las propias masas e incluso a la opinión pública internacional.
Los pueblos latinoamericanos están dando un enorme paso hacia adelante en el problema nacional y social, necesario para la revolución proletaria. Pero ese movimiento históricamente necesario, está dirigido, hasta ahora, por corrientes nacionalistas cuyos límites como tardío sector de clase le impiden profundizar en las contradicciones históricas del capital, obstaculizando su avance al socialismo revolucionario. No se trata por eso de buenas o malas intenciones, de voluntarismos, patriotismo u otras tendencias. sino de las condiciones modernas planteadas por la lucha clases, la cuestión del programa, de la fuerza motriz de la revolución etc., en el marco de una situación nacional antiimperialista generalizada.
Es una condición algo difícil de percibir al ojo común. No está pues, en la superficie de los acontecimientos sino en el fondo de la contradicción capital-trabajo, burguesía- proletariado, pero incide directamente en la contradicción nacional opresores-oprimidos (EEUU-Venezuela) que es la relación actual entre el imperialismo norteamericano y los gobiernos progresistas del área.
Esta doble contradicción y sus efectos políticos puede ser demostrado in situ. Sin el paso nacional revolucionario en proceso, el cambio anticapitalista y antiimperialista habría sido más difícil para que el proletariado, los marxistas y socialistas revolucionarios pasaran al frente del período que se avecina en la lucha de clases y el antiimperialismo, tanto en Venezuela como continentalmente. He aquí un tema que separa al PRT de liberales, izquierdistas y oportunistas electorales.
Sólo el programa, la organización partidista de clase del proletariado, su estrategia podrá pues evitar que latragedia del progresismo no termine ensainete, como otro sector más, consumido por la burocracia, el sectarismo reformista, la charlatanería, la viveza criolla y eventualmente por la derecha política. La crisis general del capitalismo, su fracaso social, el exacerbamiento de la lucha de clases, la organización partidista del proletariado, del pueblo, necesita limpiar sus fuerzas de oportunistas, traidores, escaladores, esquiroles, sindicalistas patronales, economistas de oficio, de los desmoralizados y abatidos por problemas existenciales, poniendotodas sus fuerzas en ruta hacia la revolución socialista-comunista. No hay otra.
La visión triunfalista, ultra -democrática, deslumbrada por las maravillas del mercado y el espíritu de cuerpo del grupo, poseídos por el tareismo y el pragmatismo electoralista, difícilmente podrá apreciar tales cambios, difícilmente podrá entender la enorme importancia de que hoy día, en cualquier rincón venezolano, algo se discuta de política y organización, que es una condición básica para que un proceso nacional democrático se transforme en revolución.
Si bien el enfoque liberal no cumple con las expectativas por su carácter conciliador, reformista y pusilánime, la visión izquierdista, desesperada y subjetivista tampoco lo hace, ambos se van a los extremos, ya estirando o ya simplificando la riqueza de las contradicciones. El infantilismo de izquierda concibe la historia a saltos de garrocha, desconociendo -no sin pedantería intelectual- las leyes y categorías que actúan en el proceso político-social. Nuestra izquierdista, montado en el delicioso voluntarismo de pasar de un solo brinco del capitalismo al super comunismo, de la prehistoria capitalista a la historia de la sociedad perfecta, construye al gusto su propio escenario obviando realidades políticas tan concretas como una roca.