lunes, 1 de enero de 2024

EL ECONOMISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL EN VENEZUELA


SEPARATA TOMADO DEL LIBRO EN EDICION ELECTRONICA POR CAPITULOS LA LEY DEL TRABAJO (LOTTT) A LA LUZ DEL MARXISMO. 
AUTOR: OTTO VAN DER VELDE Q.
 
EN NOMBRE DE LA DIRECCION NACIONAL DEL PRT
 
 
 
 
   Un saludo revolucionario de navidad y fin de año solidario y de luch camaradas. 2024. Año de lucha proletaria y profundización organica del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Por la construcción del gran frente amplio antimperialista y la lucha socialista! No a las privatizaciones de las empresas estrategicas venezolanas! No a las políticas anti populares! No a los hambreadores monopolios capitalistas! En combate proletario por un estado obrero campesino y comunal!   Unete Lucha Venceremos PRT.


DIRECCION NACIONAL PRT




El ECONOMISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL EN VENEZUELA
Otto Van der Velde Q.
 
Ya hemos explicado extensamente en el presente trabajo que la desviación economista afecta no sólo al movimiento obrero y su contradicción fundamental con el capital, sino también el problema nacional, además de obstruir la toma de conciencia política tanto en la clase obrera como en las masas generales. (*)
(*) Nota de la redacción. Se refiere el autor a su libro sobre la Ley Orgánica del Trabajo vista desde el marxismo, que pronto la comisión nacional de propaganda del PRT publicara por capítulos a través de nuestras redes. Este escrito sobre el asunto nacional y el economismo forma parte de dichos capítulos publicado ahora como separata, dado el escenario actual producto de los peligrosos planes imperialistas y sus socios en el Esequibo y buena parte del planeta, planes que afectan no solo a la contradicción central de la lucha de clases (antagonismo del capital-trabajo) sino también al asunto nacional de actualidad, esto es, nación opresora- nación oprimida. La siguiente publicación en el blog del Partido va como contribución al debate revolucionario del día sobre tan determinante tema-
 
   La clase obrera, igualmente las leyes del trabajo y la burguesía intervienen tanto en el asunto nacional (nación opresora-nación oprimida como en los asuntos de clase, de allí su presencia inequívoca en la propia Ley Orgánica del trabajo (LOTTT) de 1999 y en la Constitución Bolivariana caso de los mencionados artículos 112 (relación Estado -empresa privada general) del antimonopolista 113 (que prohíbe el monopolio capitalista, disposición que deriva de la Constitución de 1961 en su articulado 97); el 115 (acerca de la propiedad); 303 (que se asienta en la empresa mixta estratégica, por tanto abre el camino a las privatizaciones petrolero-minera) y otras disposiciones que tocan esencialmente el problema nacional en cuanto a  la propiedad, inversión extranjera etc.
   De la misma manera, el programa de liberación nacional antiimperialista interviene no solo en los gobiernos nacionalistas o del llamado progresismo latinoamericano, sino particularmente en el curso general del proletariado venezolano en lo que respecta a políticas claves como las nacionalizaciones antiimperialistas, los frentes amplios, los frentes populares contra el boicot, los bloqueos, la respuesta de masas a los actos terroristas de la ultraderecha, los retrocesos generales del reformismo de estado etc., que son asuntos al mismo tiempo que de clase también del problema nacional (soberanía, dependencia, desarrollo etc.) que inciden sobre otras clases y sectores de clase, por lo que son puntos del programa antiimperialista y socialista del proletariado, en sus políticas, tareas etc. etc.
   La contradicción histórica capital-trabajo se ve pues, interferida e incide en la posición nacional de sectores avanzados no proletarios de la sociedad -PYME, espacios culturales, ecológicos, campesinos, militantes del partidismo y muchos otros grupos políticos y sociales actuando en sus filas para determinar e impulsar las contradicciones proclives al socialismo o al antiimperialismo. Es decir, aquellas que derivan no sólo del socialismo (burguesía proletariado; explotadores-explotados pre el capital) sino del asunto nacional liberador (nación opresora imperialista-nación oprimida neocolonial y dependiente), impulsando pero también corrigiendo las desviaciones en sus filas, etapistas, foquistas, neocoloniales, populistas, infantilismo romántico, nacionalistas reformistas o nacional reformistas en función de salvar el sistema capitalista y demás entuertos ideológicos que interfieren en el proceso revolucionario venezolano, develando que la cuestión nacional (casi ignorada y caricaturizada en Venezuela por derechistas e izquierdistas) y la lucha de clases  -contradicción fundamental del siglo en función del socialismo revolucionario o socialismo científico. dirigido el proletariado y sus aliados del frente amplio, es decir, por los sectores explotados de la clase obrera urbano-rural que general plusvalía y sectores oprimidos por el gran capital monopolista, campesinado, comunidades e incluso sectores democráticos del pequeño y “aun mediano” capitalismo- constituyen aspectos destacado y determinante de la contradicción histórica fundamental capaz de abolir el modo de producción capitalista, creando las condiciones para el socialismo y el programa revolucionario de cambio hacia la comunidad comunista del futuro.
   Esta multiplicidad de entrecruzados ideológico que poseen características comunes de tipo  “nacionales” en los países oprimidos como Venezuela y otros países Latinoamérica,  han resultado, en el curso de la revolución venezolana, una ensalada ideológica indescifrable políticamente para muchas vanguardias, que ante el punto nacional se han fragmentado o aislado de su realidad, incluso ignorado o bastardeado el asunto nacional de una manera sorprendente, dado los proyectos de derecha que incorporan al asunto del contra nacionalismo, pero en nombre del nacionalismo y en algunos casos del propio socialismo como, por ejemplo, los proyectos socialdemócratas que han cursado desde el punto fijismo hasta el chavismo (1975-2005) para la formación de empresas mixtas estratégicas con el mismo imperialismo bloqueador de la Chévron, Cristalex y otras transnacionales imperialistas en materia petrolera, ferrominera, comunicaciones, electricidad etc. incluyendo transferencia de acciones del 49/50% o mas; mientras que otros sectores limitan el importante tema de la cuestión nacional a un improvisado folklorismo desvirtuado por la demanda del mercado, por ello, rayano en la cursilería y el mal gusto.
    Esa gran confusión, ha permitido que la dialéctica combinada de socialismo y liberación nacional antiimperialista sea aprovechada, no tanto por la revolución nacional como por una variedad de oportunistas, economista o “economicistas”, entristas, charlatanes, etapistas de coyuntura, foquistas, chovinistas, nacionalistas burgueses, càndidos y otras tantas importaciones ideológicas en la que han sucumbido las grandes coyunturas revolucionarias venezolanas, que ahora asoman nuevamente su roja y abombada nariz en las filas bolivarianas en nombre del socialismo del siglo 21.
    El economismo y sus variables en el campo polìtico es una de esas deformaciones del pensamiento que afectan al movimiento obrero, por ello hacemos referencia especial de esa desviación en este trabajo político sobre la LOTTT, como una doctrina artesanal dentro del movimiento obrero-campesino y comunal que al mismo tiempo que hace uso de la lucha de clases reduce ésta a lo estrictamente económico, utiliza las formas nacionales, su excitación de masas, como paraban para alcanzar acuerdos y compromisos con los monopolios imperialistas o sus secuaces locales.
   La línea economista simplifica, aísla y anula los objetivos políticos de la clase obrera (del mismo modo del sector campesino y comunal) sumiéndola exclusivamente en el regateo del precio mínimo de la mercancía fuerza de trabajo y simplificando los sucesos nacionales e internacionales sólo a esa área.
   Esto distrae la toma de conciencia del pueblo y lo agota. Ese paso de mercado que convierte de hecho al obrero en una vulgar mercancía de compra y venta de su fuerza de trabajo al menor precio posible, elimina por definición  la educación ideológica, el aprendizaje político y los objetivos socialistas y antiimperialista de los obreros explotados, así mismo de las masas generales oprimidas, dado que socialismo, la liberación nacional y el antimperialismo, son eslabones de una misma cadena política, relacionada en las naciones atrapadas por el colonialismo, la dependencia, el neocolonialismo, por la agresión del capital imperialista opresor, caso de bloqueo, las expropiaciones de activos (Citgo, Maromero, finanzas) etc.
  El economismo, ha jugado y juega pues un papel muy destacado en el maltrato del problema nacional tanto en Venezuela como en Latinoamérica (con pocas excepciones al respecto), logrando desvincular lo nacional de clase, o sea, el antiimperialismo proletario, de la liberación nacional, como si lo nacional fuera una unidad sin clases (como aparentemente lo justifica el nacionalismo burgués y el nacional reformismo de Estado) por tanto desvinculando la soberanía nacional, su desarrollo integral con la exigencia histórica del socialismo científico. Los economistas encajonan todo este complejo proceso (incluso las complicadas correlaciones geopolítica) sólo en el objetivo desarrollista de mercado y este no puede ser otro que el mercado capitalista.
    Todo economismo y sus variables coinciden en ignorar el papel político de clase en las contradicciones del capital-trabajo, así mismo en la relación de lo nacional, de allí la consigna nacional burguesa de <la unidad nacional> y de esta con el socialismo revolucionario. En esa dirección los izquierdistas y la derecha coinciden en considerar a la burguesía de una sola pieza indivisible, por lo que dejan a un lado la contradicción intercapitalistas.
   Los izquierdistas en el trato obrero, por lo general tienden a olvidar la amplitud dialectica del problema nacional y a encerrarse en el obrerismo, desechando otros tipos ideológico, lo cultural, ambiental, géneros etc., variables políticas frecuentes en los países oprimidos, desperdiciando de esa manera las potencialidades ideológicas favorables al proletariado y a la formación del frente antiimperialista amplio un instrumento clave en la lucha por la liberación y la soberanía nacional. El infantilismo de izquierda sectario, excluyente, aislante, confunde radicalismo con frente amplio general.
  Mientras que la derecha y los reformistas, se aprovechan de ello para hegemonizar el proceso global de las contradicciones, avanzar en lo electoral (o en la contrarevolución de calle como lo vimos ene 2002 y 2003) tras consignas populistas, excitantes, de falsa unidad nacional, etapistas, aislando el rol del proletariado tanto en la lucha política de clases contra la burguesía como en el asunto nacional antiimperialista, justo como ha sucedido en coyunturas nacionales triunfantes del 23 de enero del 58 e igualmente el 13 de abril 2002-2003 etc., confusión de la que esencialmente se aprovecha la burguesía dominante. En el 23 de enero primera, debilitada y fragmentada la revolución por la línea socialdemócrata de democracia y “Paz Laboral” (1958-59) apoyada por los etapista de izquierda; el 13 de abril, congelada la insurrección política de masas por el insólito perdón chavista en favor del al derrotado push imperialista continuado del 11 de abril 2002 hasta avanzado el 2003 por un pueblo políticamente insurreccionado desarmado por los grupos nacional burgueses dentro del chavismo.
   Dada las condiciones vistas del proceso bolivariano, por el lado de la izquierda las tendencias economistas en las filas del proceso, se manifiestan desde los revolucionarios honestos que hurgan las contradicciones exclusivamente desde el problema económico, buscando soluciones evolutivas de ella, hasta los que se encandilan con el problema nacional de una forma bastante ingenua y que sin darse cuenta quizás, aplauden a rabiar el unitarismo burgués, el patrioterismo de las clases dominantes que conduce a la guerra a su favor o aquellos que ignorando o entendiendo superficialmente el  problema nacional, sacrifican la <cuestión nacional> visto desde la clase obrera, de su vínculo con el conflicto capital-trabajo, en función del aspecto principal de ella o sea del frente amplio nacional antiimperialista impulsado por el proletariado obrero-campesino-comunal en función del socialismo revolucionario.
    De esas posiciones que alejan del frente de lucha amplio por razones economistas, personalistas, burocráticas u obreristas a las fuerzas del proletariado, debe cuidarse tanto el movimiento sindical en su conjunto como aquellos cuadros obrero de vanguardia por el peligro de quedar encerrados en una burbuja de aire dentro de una atmosfera venenosa.
   El antimperialismo, constituye el punto definitorio de lo nacional en este cuarto de siglo caracterizado por la hegemonía global de los monopolios imperialistas, por ello el antiimperialismo o se supedita a la contradicción capital-trabajo o corre el riesgo de caer en el etapismo nacional burgués -desarrollo del capitalismo nacional dependiente en los países oprimidos-hegemonìa mundial de las corporaciones nacional imperialistas opresoras- y su reflejo en el etapismo de izquierda (error clásico venezolano del año 1958 que como dijimos se repite el 13 de abril) en forma defensista por las políticas nacional reformistas del capitalismo de estado en cualquiera de sus variables, radicales o liberales, o sea, discursos rojizos práctica de mercado, bajo el argumento entendible pero incompleto de unidad nacional sin contemplación de los intereses de clase, sueño máximo de nacionalismo burgués. Al excluir la reacción de clase, tal unidad se hace fácilmente manipulable por los intereses de la burguesía monopolista dominante a través de sus hombres y mujeres institucionales dentro del estado-gobierno.
  Unidad nacional antiimperialista, correcto desde lo nacional, pero incorrecto sin lucha de clases de por medio, que se hace fácil pasto del etapismo o proceso democrático burgués de reformas, cuya prolongación llega hasta los límites del capitalismo nacional y por relación continua de clase oprimida a la dependencia neocolonial, como hemos dicho que ocurrió a lo luego del 23 de enero y lo repite el chavismo tras la derrota popular del golpe cívico militar imperialista del 11 de abril de 2002-2003, que amenaza con volver a ocurrir ahora en el 2023, a consecuencia de las política nacional reformistas aplicadas por un sector dominante del Estado-gobierno en choque permanente con sus propias fuerzas internas y con el movimiento popular.
   Los argumentos geopolíticos reales, pero empíricos y convencionales, de la explicación que ofrecen los nacional reformistas dentro del sector públicos y privados, en cuanto a la nueva correlación política internacional, ajustan bien con los golpes bajos de a derecha contra la clase obrera, contra los marxistas comunistas y al propio proceso bolivariano en general, ya sea en lo concerniente a los derechos laborales, al aumento salarial o a las privatizaciones etc., conducta que políticamente condiciona el error gubernamental de un frente amplio nacional, pero sin anticapitalismo monopolista interno, sin clase obrera como fuerza motriz de dicho frente amplio unitario, incluso para los mas recalcitrantes no presente orgánicamente.
    Se trata de una postura que a pesar de las impresionantes declaraciones frentista por la soberanía, la unidad etc., -lo que podría ser correcto ante el peligroso hostigamiento imperialista anglo norteamericano y los terroristas de la OTAN, por su sectarismo exclusivista, aclasista, se vuelve demagógico y presa fácil de la burguesía monopólica de Fedecámaras-Venancham.
    Esto naturalmente satisface a la burguesía imperialista norteamericana. Un error cada vez más visible en las fuerzas apologistas de capitalismo de estado dentro del proceso bolivariano, que daña su propia propuesta razonable (dentro de la autonomía obviamente) respecto a los BRICS, lo que, nuestro partido, establecidos las diferencias con los argumentos oficiales, considera viable para hundir históricamente al decadente, feroz, pero en crisis estructural al imperialismo anglo-norteamericano y sus fósiles europeos.
 Las líneas defensistas por vía del romanticismo expresado en reflexiones piadosas como “es que el gobierno hace un gran esfuerzo y hay que entenderlo” y litúrgicas “por respeto a los buenos tiempos de la política chavista; o bien por confusión ingenua de algunos dirigentes tras una táctica oportunista del partido oficial; cualquiera sea la causa, el defensismo no es la respuesta seria del problema planteado. Es una esperanza utópica producto del autoengaño en algunos activistas cuya honestidad de la clase les impide ver la hábil maniobra de los publicistas enemigos.
Pero en el caso de los oportunistas es una respuesta calculada por motivos personalistas efectos del sectarismo de partido, de líneas entristas o de la presión reformista del proceso -reformas capitalistas en base al populismo- o del nacional reformismo con sus tesis de reformas capitalistas en base al discurso nacional.
En todo caso se trata de tácticas conocidas; citemos la mención <antiimperialista> durante la fundación de Acción Democrática bajo la influencia del APRA y del oportunismo betancourista bajo la fracasada tesis del crecimiento dependiente dentro del espacio-tiempo- histórico. o el caso del populismo obrerista conque nace la CTV en diciembre de 1937 y se clausura con la <Coordinadora Democrática> del golpe imperialista del 11 de abril de 2002 que presidido por Carmona Estanga-Albis Muñoz encabezando los monopolios capitalistas de Fedecàmaras-Venamcham y Carlos Ortega-Manuel Cova por el Buro obrero de AD en la CTV.
Con el tiempo ambos partidos democrático burgueses -APRA-AD- convergieron en el anticomunismo y un desarrollo dependiente del imperialismo anglo-norteamericano contrario al movimiento obrero; línea fundacional consecuente hasta el final con el capitalismo en manos de una aristocracia obrera sepultada por la insurrección política de las masas durante las jornadas del 13 de abril 2002 al 2003.
   Así mismo anotamos que en otrentido (pero también antimarxista) la experiencia del oportunismo de izquierda, desvían hacia el foquismo la valerosa y tenaz lucha armada de la década sesenta que años después, encerradas en las proclamas <ultraizquierdistas> de Bandera Roja apoyan activamente el golpe imperialista del 11 de abril de 2002-2003, justo cuando los escombros de los viejos partidos policlasistas de la burguesía puntofijista AD, COPEI y URD, se inmolaban definitivamente en honor del fracasado golpe de Estado cívico-militar de la burguesía en peno contra Chávez. El proceso bolivariano y las emergentes corrientes socialistas del bolivarianismo son hasta el presente truncadas por giros sucesivos de los grupos de derecha dentro del propio chavismo.
 Tal defensismo venezolano ha resultado pues, en todas las ocasiones, como una manzana “tan roja por fuera como blanca por dentro”, tan nacionalista por fuera como socialdemócrata reformista por dentro. He aquí una experiencia a tomar en cuenta con los nuevos giros de conocidos sectores chavistas que corren los programas y congresos del MVR-PSUV hacia el neoliberalismo.
    En este proceso nacional bolivariano abundan las utopías en forma ingenua dentro del movimiento obrero, el campesinado y las comunas. No escapan las masas atrasadas ni la candidez militante al oportunismo de corto alcance, ya por ignorancia cultural y política o por un pragmatismo equivocado en cuanto a su futuro inmediato.
   En estos escenarios la influencia equivocada de los llamados marxistas legales venidos algunos de ellos del revisionismo ex foquista de los años setenta, entre otros del viejo MAS- MIR y sus derivados, de Bandera Roja, Liga Socialista, MEP etc., y otros producto del empirismo cívico militar del actual proceso chavista, señalado por algunos camaradas como grupos de exhumación kautkysta (A. Urdaneta dixit), o sea, salidos de las alas que niegan el papel histórico de la clase obrera, la lucha de clases y el partido proletario, reemplazadas dichas categorías marxistas por el policlasismo, el colaboracionismo y otras desviaciones ideológicas que desconociendo el materialismo histórico odian y falsifican la dictadura de la revolución proletaria sobre la contrarevolución imperialista y sus aliados, categoría de fuerza que deriva directamente de la propia lucha de clases a la que con toda mala intención, los reformistas de todos los colores definen como dictadura personal, partidista, fuera de <la democracia>, mientras justifican las tropelías de la dictadura de la mal llamada democracia burguesa.
   Esa inconsecuencia, clásica del oportunismo de izquierda difundido desde los años setenta en todos los textos intelectuales del <marxismo legal> local e internacional, qué, en cada etapa política sus abanderados despedazan por pieza la condición integral del marxismo-engels-leninismo -principio previo de los revisionistas para exhumar al revisionismo alemán de Bernstein o a Kautsky- hace que sus seguidores por lo general terminen o de lleno en la derecha o incrustando por ciclos sus <novedosos descubrimientos> revisionistas del materialismo histórico en las filas novatas e inexpertas del proceso, como el caso del chavismo. En este caso, los revisionistas no solamente adulteran el marxismo sino también el problema nacional lo que  igualmente ha pasado en  Venezuela y los países del área.
Defensismo global que en general actúa en favor o en contra del Estado, del gobierno y del partido oficial, sin considerar para nada sus corrientes, grupos internos, fracciones, tampoco los diversos intereses de clase que por definición propia afectan al Partido, al Estado y al gobierno, apretujando al movimiento obrero para que en sus destacamentos entre holgadamente la gran burguesía y los nacionalreformistas de turno, se plasme en la propia constitucionalidad como el caso de la propia Constitución Bolivariana, la LOTTT, leyes como la de inversiones extranjeras, zonas especiales y otras.
    Los grupos revisionistas del marxismo que caen pues en el <marxismo legal> son ángulos opuestos por definición al marxismo y el leninismo, tienden a coincidir con la burguesía nacional en dos direcciones .1. animando su estabilidad y desarrollo “democrático”.
2. Negando los fundamentos de la teoría marxista sobre la lucha de clases, el clasismo, la formación de un nuevo estado obrero-campesino-comunal, desconociendo el derecho de la fuerza proletaria a la defensa antiimperialista de la revolución; su profundo rechazo hacia la presencia de un partido de clase y su disposición plena a reconocer la acumulación originaria del nacionalismo burgués por cualquier via.
3. Debilitando la lucha política obrera como clase autónoma con intereses políticos, económicos, sociales, propios, distintos a las demás clases y sectores sociales. Revisionistas y reformistas identifican el socialismo con la ideología socialdemócrata y el nacionalismo pequeño burgués; a la lucha obrera con el economismo asociado a un tipo de charlatanería obrerista que atenaza al proletariado entre el  reivindicativismo laboral por un lado y la confusión del doble discurso por el otro, es decir, una portada incendiaria y una contraportada colaboracionista, lo que explica por ejemplo el discurso antiimperialista al lado proyectos de empresas mixtas estratégicas vendiendo acciones estatales (49% o más) al mismo imperialismo que supuestamente se denuncia (Vgr. La Chèvron Mòbil, Cristalex etc.) proyecto complementado con leyes más que favorables al gran capital, caso de la Ley de Inversiones Extranjera, de la llamada <antibloqueo>(¡!), de zonas especiales, con la dolarización de precios, bajísimos salarios, cero derechos aborales y otros etcétera.
    Este es el caso aplicado por los nacional reformistas venezolanos y su arsenal de subterfugios en torno a la crisis estructural capitalista, a las agresiones extranjeras, en sus llamados a la resistencia quietista y otros ejercicios políticos en contramarcha al propia discurso original del proceso bolivariano, en consecuencia el sistema monopolista pone en funcionamiento sus mecanismos de acumulación: desencadena el despilfarro, institucionaliza la burocracia, des borda las corruptelas escandalosas al más alto nivel; aparecen las privatizaciones estratégicas en lugar de las socializaciones estratégicas; las importaciones siguen supliendo los grandes proyectos de desarrollo industrial y la revolución agraria a gran escala se congela en la expropiación de la tierra por los terrófagos, cerrando herméticamente toda posible salida de la dependencia y la autonomía nacional.
   Un exabrupto político ahora, que es posible aprovechar al máximo el conveniente acercamiento geopolítico al BRICS, la evidente decadencia del imperialismo hegemónico anglo-norteamericano, sus aliados europeos y los; preservando como principio la autonomía nacional, que obligaría de entrada a la aplicación del Artículo antimonopolista 113 de la CRBV, la modificación sustancial de otros tantos como el 303 y el freno de mano a la dolarización, a la desaparición del bolívar, a la liberación total del control de cambio, a la escandalosa fuga de capitales de Fedecámaras-Venamcham y la disparatada anarquía social de hoy.
Esa capitalización de medianos sectores “nacionales” comprometidos con los batallones terroristas de la OTAN. En esta dirección el Partido de gobierno parte mal, no solo en lo ético como ha sido históricamente la acumulación original capitalista, sino también mal como todas las tendencias de la socialdemocracia moderna, desde la populista a la nacionalista, que piensa resolver la economía en crisis, su fracaso, precisamente recostándose no de la clase obrera sino del reformismo y de la anacrónica burguesía monopolista, parasitaria, falaz y corrompida hasta los huesos de Fedecámaras y del capital extranjero anglo-norteamericano, cuyo interés por evitar el desarrollo nacional venezolano, saquear los recursos naturales y fraccionar su <patio trasero> es histórico, viene desde la independencia anticolonialista, continúa en el gomecismo llegando hasta hoy; intervencionismo denunciado mil veces por socialistas, comunistas y nacionalistas auténticos para el claro conocimiento de la opinión pública sensata.
No hay defensismo posible para semejante comportamiento a menos que aplique al defensismo en base al antiguo proverbio “no hay peor ciego que e que no quiere ver” ¡y vaya usted a saber por qué hay gente que se niega a ver la realidad concreta de hoy.
Todo este abigarrado cuadro crea -respetando la distancia y las condiciones históricas- un cierto parecido con las posiciones defensistas de los mencheviques rusos frente al gobierno reformista de kerensky, al que Lenin y los bolcheviques acusaban en julio de 1917 de mentir prometiendo la paz y el pan para el pueblo, mientras que en los hechos consolidaba en función de la guerra imperialista a la burguesía rusa, junto a sus aliados mencheviques y Social Revolucionarios de derecha (SR), descalificando a los bolcheviques reprimiendo las huelgas obreras, las protestas campesinas y las concentraciones populares. Una tendencia parecida toma forma en unos cuantos grupos nacional reformistas dentro del Estado-gobierno venezolano, signado por sus corruptelas, mentiras y una asombrosa ineficiencia institucional.
   Las corrientes nacional reformistas (que no constituyen la mayoría del Estado-gobierno y Partido, menos aun del proceso bolivariano) hacen pues, algo parecido aquí, logrando que algunos de nuestros camaradas, enchumbados de ingenuidad política, caigan en el defensismo dejando pasar tales errores so pretexto de un <antiimperialismo> como si la negación del antiimperialismo fuese lo que está en discusión dentro de los socialistas revolucionarios y los antimperialistas auténticos, que han luchado, que luchan y lucharan durante un siglo contra el imperialismo y sus lacayos, muchas veces en solitario, aguantando la represión física de la burguesía y sus testaferros en todas las direcciones  de la, mientras muchos eufóricos patriotas civiles y militares de hoy gozaban cómodamente de las mieles del sistema capitalista.
   El antimperialismo, los frentes amplios de lucha, nunca han estado en discusión dentro del movimiento revolucionario de Venezuela; mucho menos en nuestras filas en más de medio siglo de actividad permanente, primero en la época dura de los comunistas, la lucha armada, luego en los setenta en las filas del MPDIN-PRTV, hoy en el PRT, en todo momento el antiimperialismo ha sido una consigna central de lucha, ratificada en congresos, asambleas, plenos y luchas del Partido, plataforma ratificada en todas las tesis de nuestro reciente IV congreso del 2022, correspondiente a la cuestión nacional, el socialismo científico, el frente amplio antiimperialista, la lucha de clase y el papel del Partido proletario (*)
(*) Ver. PRT materiales del IV Congreso (2022) en especial nuestras tesis sobre el socialismo y el frente amplio antiimperialista; las Resoluciones del II Congreso y del primer Congreso de reestructuración; Documentos varios; III Congreso o Convención Nacional Extraordinaria del Partido Revolucionar de los Trabajadores PRT Edición El Proletario, julio 2006; las publicaciones virtuales en los Chats (wasap) y correos del Partido, Yahoo, Instagram; además se recomienda consultar las diversas ediciones del periódico central del PRT El Proletario y las del periódico PRT Wayare. Edo. Bolívar; nuestros correos electrónicos asì como el archivo central del Partido.
    La tesis, la practica antiimperialista, han sido punto permanente en la agenda del Partido, a sabiendas de que cualquier acción, discurso o gesto sincero (y hasta algunos evidentemente hipócritas) contra el imperialismo anglo-norteamericano y sus aliados europeos, cuenta con nuestro apoyo autónomo de clase, venga de donde venga dicha condena al imperialismo.
   No así el hostigamiento al proletariado obrero-campesino-comunal. Las ofensas al pueblo venezolano y latinoamericano que lucha contra el capitalismo y se opone tanto a la derecha burguesa como a la línea reformistas de cortar, falsificar y reprimir el proceso nacional revolucionario bolivariano truncando su marcha popular hacia el socialismo científico, son rechazado de plano por nuestro Partido.
   Del mismo modo que no aceptamos los planes de privatizaciones estratégicas directas o indirectas de las industrias básicas, garantía del futuro desarrollo industrial, cultural y social de la nación venezolana y del socialismo venezolano; por principio no aceptamos ni capitalizar, neo colonizar y continuar la dependencia en lugar de socializar y asegurar la soberanía integral del territorio venezolano y latinoamericano. No aceptamos la monopolización económica capitalista.
    Luchamos por el estado obrero-campesino y comunal, que es una vieja consigna del movimiento revolucionario venezolano de los años setenta rescatada originalmente por el presidente Hugo Chávez, lo que es posible y necesario ahora que una crisis estructural de decadencia histórico también política del imperialismo mundial -particularmente de los Estados Unidos de Norte America. arrastrando a la vergonzante decadencia de Europa imperialista, se hace cada vez más profunda, más concreta.
   Esa y otras condiciones marcan la gran diferencia de nuestro Partido revolucionario de los trabajadores con el imperialismo. La gran burguesía, aliada y el colaboracionismo nacional reformista interno trata de desviar, de hacer retroceder el proceso revolucionario nacional bolivariano utilizando pretextos y tesis insostenibles en lo económico, político, social y estratégico superables en revolución verdaderamente socialista antiimperialista.
    Amparar en el economismo de las trade-unions inglesas e impulsar el productivismo capitalista tabula rasa como exige Fedecamaras-Venamcham o sea, con alta producción de plusvalor de la fuerza de trabajo, infrasalario e hiperinflación adversando la crítica contra la burguesía, los señalamientos científicos contra el reformismo donde este asome su protuberante nariz y hacerlo en nombre de <comités productivos de trabajadores cuyos beneficios no vana pueblo sino a los monopolios internos o externos es -además de una deformación de la justa lucha económica de las masas obreras (y no obreras) explotadas y productora de la ganancia capitalista- es una simple groseria al pueblo.
   Que además consagra en los niveles sindicales el decadente tradeunionismo de la burguesía liberal inglesa, constituyendo el mayor paso atrás en cuanto a las tareas proletarias del siglo 21, que son mucho más complejas ahora por la combinación  programática, concreta, dialèctica, de la lucha nacional antiimperialista con el socialismo científico.
  En esa dirección, el defensismo irracional ante los retrocesos políticos inocultables de corrientes chavistas (no del nacionalismo chavista como tal) dentro del partido, del Estado y el gobierno, en materia nacional: privatizaciones estratégicas mixtas, leyes desnacionales, zonas especiales, ventajismos inusuales a la inversión extranjera, planes que golpean  al pueblo obrero-campesina y comunal en infrasalario de frente, representan un abuso de la credibilidad de masas y un paso atrás del proceso bolivariano en sus propias resoluciones del III Congreso del PSUV, por tanto, objeto de nuestra oposición de clase.
    Es inequívocamente una línea política herrada, como lo son el no reconocimiento por parte de unos cuantos jefes bolivarianos de las numerosas críticas internas del propio chavismo de base que con sentido clasista y de soberanía cuestionan ese tipo de proyectos.  Los cuestionamientos del movimiento revolucionario contra tales desvíos son y serán permanente hasta su superación real por el proletariado, la única clase históricamente preparada para llevar hasta el final la revolución socialista-comunista del siglo 21.
    De la misma manera resulta equivocada la tesis del economismo venezolano cuyos liderazgos juran que han descubierto la salida del laberinto en el que esta perdida nuestra clase obrera por la atosigante propaganda común de capitalistas y reformistas, a lo que se suma ahora la visión del infantilismo de izquierda con sus consignas superficiales de que <nada ha cambiado todo sigue igual>, <de los dos imperialismos> que  no reconoce el contrapeso geopolítico de la nueva correlación internacional (caso BRICS, por ejemplo) y la enorme importancia estratégica de dicha alianza y sus contradicciones con el bloque decadente del imperialismo anglo-norteamericano, para la causa liberadora, soberana y autónoma de las naciones oprimidas, históricamente saqueadas por dicho imperialismo como es el caso venezolano y latinoamericano.
   El romanticismo izquierdista hace caso omiso de esa condición dada por la lucha de clase mundial, prefiriendo, en lugar de aprovechar en bien de la revolución proletaria las inevitables contradicciones políticas y de mercado que sufre internacionalmente debilitan e gran capital monopolista-imperialista de EEUU, la Union Europea-OTAN, sumarse al clichè “solos contra el mundo”.
  En esto y remarcando las diferencias políticas entre  las posiciones policlasista del nacionalismo chavista y los marxistas al respecto, es claro para una mente no sectaria ni furibunda, la importancia de sus corrientes partidarias de abrir relaciones internacionales con dicho BRICS no sólo económicas sino políticas en función de tener el peso necesario y posible para terminar de hundir al feroz exterminador de la humanidad encarnado la coalición imperialista <de occidente> que lideran Estados Unidos, sus rastacueros fascistas tipo UE, el Likud del neardenthal Netanyahu en el sionismo Israelì o del tal Zelenski ucraniano y otros etcéteras del capitalismo mundial.
   Un contrapeso de suma importancia para el programa nacional autónomo del proletariado, a nivel internacional. Nuestro Partido reconoce la importancia de esa correlación de fuerzas desde el ángulo autónomo nacional, pero también de clase proletaria asignándole un enorme papel, un gran ahorro de esfuerzo en el proceso de debilitamiento y caída del imperialismo norteamericano-europeo, lo cual , sin duda, crea condiciones estratégicas invalorables para el desarrollo nacional y socialista de los pueblos, particularmente de las naciones latinoamericanas y del Caribe que se sacuden de la dependencia imperialista.
   Con bombos y platillos celebran tanto Fedecámaras-Venamcham como los funcionarios del Departamento de Estado y los grupos oportunistas que le rodean, el silencio o las apreciaciones equivocadas sobre esta nueva correlación geopolítica mundial de algunos. Los nacionalreformistas de Estado por su parte usan esta nueva correlación como pretexto para afianzar el capitalismo interno debilitando las conquistas obreras y facilitando la nueva acumulación capitalista <de occidente>.
    La gran burguesía también celebra la reducción de la política internacional y nacional a la rutina economista, de ligar la suerte del salario a la productividad capitalista utilizando instrumentos deformados como los CPT, para mayor gozo de aquel y peor suerte de este; haciendo depender las aspiraciones políticas del proletariado de falsos moralismos burgueses sobre el salario digno (que en el capitalismo nunca es digno), cuyo mínimo no es otro que el costo más bajo posible de esa mercancía “especial” denominada fuerza de trabajo; igualmente que otros reclamos obreros para la básica operatividad de la maquinita de producir riqueza barata al capitalista criollo y extranjero.
    La desconexión política del salario con la conciencia de clase para sí y el poder obrero-campesino-comunal, apunta a la alienación de las clases explotadas y oprimidas, que pierde su condición humana transformada por la burguesía en simple mercancía de cambio productora de ganancia, deshumanizada y  condenada a dar vuelta perpetua alrededor de migajas económicas literalmente controladas por la clase patronal privada y pública, tautología sobre el mismo objetivo que mientras marea a la clase obrera lo celebra la burguesía.
<El salario es… -advierte Marx en trabajo asalariado y capital- el precio de una determinada mercancía, de la fuerza de trabajo. Por tanto, el salario se haya determinado por las mismas leyes que determinan el precio de cualquier otra mercancía> (Editorial progreso. Moscú, p18, 1979)
    Criticar la complicidad del estado, gobierno y partido como un todo o defender lo indefendible de las medidas neoliberales, sin sopesar sus efectos, sin analizar las contradicciones internas que existen públicamente entre los sectores revolucionarios y no revolucionarios del chavismo, de las clases y sectores sociales; hacerlo sin escudriñar los argumentos de los que apoyan o adversan la nuevas medidas de los sectores dominantes afines al capitalismo de estado, sin señalar tendencias y figuras, sin presentar un riguroso balance dialéctico de lo negativo o positivo de los enfoques, de los giros ideológicos políticos de cada grupos en escena; invisibilizando las opciones del proletariado, omitiendo al programa de clase; quien lo haga sin contabilizar su peso en el resto de las clases; confiando sólo en vagas y abstractas intuiciones o promesas electorales mas etéreas aun y que los capitalistas y reformistas manejan con gran destreza ideológica gracias a una maquinaria partidista hecha sólo para eso, es despejarle el campo a la burguesía imperialista capaz de balcanizar todo lo que se le atraviese a su paso.
  Al no vincular la crisis económica del capital a la solución política y esta al programa proletario de poder político y un nuevo estado revolucionario, se hace un corte que sólo beneficia al sistema capitalista, que facilita las especulaciones colaboracionistas del reformismo, una ideología aliada de confianza y muy útil del capitalismo moderno que facilita las tácticas de la burguesía monopolista.
   En resumen, un cheque en blanco de todo lo que viene del Estado-gobierno esclerosa los errores y giros liberales del nacionalismo evitando la superación de ellos. No es este un hecho práctico ni disciplinado del militante sino oportunista, que confunde a las masas generales, impide su avance ideológico, la atrasa educativamente.
   Como consecuencia de ello, los sindicatos, la masa trabajadora tiende a perder la noción política del estado capitalista como patrón, como instrumento de clase conformando (en el capitalismo) la superestructura burguesa dominante. Al negar el Estado como estado de clase se le invisibiliza como superestructura de la clase (capitalista) hegemónica, apareciendo ante los ojos del pueblo llano como un árbitro imparcial entre el capital y el trabajo, que inequívocamente no lo es independientemente de sus contradicciones e ideologías en sus filas, avances o retrocesos, progresismo o conservadurismo de su formación. Un gran número de obreros, sindicatos y masas generales se apegan confiadamente al falso criterio de la autonomía. Estadal.
   En fin, se trata de un desacierto que aumenta en la medida que aumentan las contradicciones internas del estado-gobierno entre las tendencias revolucionaras o progresivas y las posiciones abiertas de la derecha y el reformismo en su seno; las cuales  pueden aumentar con las tácticas oportunistas tipo obreristas, defensistas o también <criticonas> como suele hacer la derecha electoral venezolana, una ideología de dos dimensiones, por tanto incapaz de percibir objetivamente en profundidad los intereses, coincidencia y contradicciones del Estado-gobierno moderno .
   Los capitalistas saben muy bien que si pierden el control de la jugada dentro del Estado, no tienen otro recurso que recurrir a las medidas de fuerza, ya policial o militar, golpistas como el caso del 11 de abril, si no al cambio electoral de un gobierno desechable para la burguesía que ya no le es útil, por otro que crea ilusiones por algún tiempo en las masas atrasadas, antes de cerrar nuevamente el círculo de la explotación, la anarquía, las corrupciones de mercado, el burocratismo y la desnacionalización.
   Nuestros economistas, obreristas y espontaneistas, tienden en común al romanticismo izquierdista, reduciendo la dialéctica más compleja de las relaciones sociales-por ejemplo, el conflicto contradictorio del capital-trabajo o las diversas etapas de desarrollo de las clases, sus diferencias históricas etc. en el igualitarismo político, o sea, en la tesis de ladrillos monolíticos inamovibles, compactos, choque de trenes donde las leyes del cambio interno, de forma y contenido, de lo cuantitativo a lo cualitativo y contrario, de la negación de la negación etc., no juegan papel alguno.
    Es el caso actual de la teoría de los dos bloques, bloque de izquierda versus bloque de derecha. Naturalmente que en estos casos el bloque obrero tiene menos posibilidades de vencer que el bloque de la burguesía por factores ideológicos, poca conciencia política, desniveles culturales, de recursos, poca experiencia orgánica etc. Esa fórmula estuvo de moda en el período. De la polarización. Política tras el fracasado golpe cívico militar de derecha del 11 de abril 202-2003.
   La teoría de los dos bloques que es esencialmente cuantitativa y de fuerza compacta, subestima las leyes de la dialéctica; debilita la capacidad del proletariado para actuar sobre las contradicciones de un “bloque” y otro, establece una unidad formal que constantemente presiona la autonomía política interna; retarda las fracturas y avances de las clases y sectores dando ventaja a las corrientes dominantes en cada bloque en los que la lucha de clase (sobre todo económica) se contiene en función sólo tacticista.
   Esta comparación errónea volvió a aparecer en otro plano a la altura del 2023 con la formación pública del <bloque> imperialista occidental y el <bloque> BRICS, la tesis de los dos imperialismos que simplifica lo dicho anteriormente y le agrega la invisibilización por parte de algunos sectores de efectos estratégicos claves en la interesante geopolítica del siglo 21 y sus consecuencias progresivas, revolucionarias en la cuestión nacional latinoamericana
    Las ideologías de derecha afines se cohesionan frente a su enemigo común con acuerdos y maniobras modelan un enemigo común estratégico en el plano del problema nacional (opresores-oprimidos) como en el plano de clases (explotadores-explotados) cuyo pegamento para uno y otro sector es la lucha de clases y el programa. Esto es evidente en las dos alianzas políticas mas importante del siglo 21, imperialismo “occidental” y sus contornos-Brics y los suyos.
    A través del reformismo la burguesía introduce su programa en las filas obreras, es decir, el manejo de esta tesis por los obreristas y los economistas debilitando el programa autónomo del proletariado.
     Pero la tesis del reformismo economista de que los bloques cuantitativos están por encima de la dialéctica de clase y la contradicción nacional decidiendo el problema; no solamente es errónea  ni tiene que ver con la polarización política sino que también afecta la línea antiimperialista del proletariado imposibilitado de aprovechar las contradicciones, errores y diferencias <del bloque> de la derecha por lo que también afecta a los grupos etapistas del nacionalismo burgués dentro de los frentes amplios de lucha, os economistas sacan su tarea diaria con esto.
    La despolitización y el sentido puramente productivista de sus grupos, obstruye las posibilidades de entender y resolver las contradicciones políticas Inter burguesas producto del choque de intereses entre el pequeño capital oprimido por las relaciones monopolistas y coloniales opresoras. Los monopolios capitalista e imperialistas doman los gestos rebeldes del pequeño capitalista latinoamericano con mucha facilidad, no con la utópica idea democrático burguesa de alcanzar su propio status con el esfuerzo productivista y desarrollo de clase, sino con los créditos limosnero de fin de año y comienzo del nuevo año en período electoral. El campesinado igualmente de esa desorientación. Reductora de las clases a bloques   a clasistas
 
   Con el mismo error cargan los revisionistas del marxismo legal al justificar teóricamente los errores economistas de moda hoy día como la reducción de la compleja lucha política de clase actual en la rutina económica; descalificar la dictadura histórica de clase como dictadura personal siguiendo las pautas del capital en función de anular la contradicción antagónica capital-trabajo conduciendo dicha oposición histórica hacia el colaboracionismo de clase democrático burgués; o la no vigencia del partido proletario de clase por totalitario -mientras que, según ellos, los partidos burgueses son democráticos- exigiendo su reemplazo por el <equitativo> policlasismo, naturalmente bajo la hegemonía vertical de la pequeña burguesía.
En esa misma dirección el <marxista legal> choca con las fuerzas verdaderamente socialistas, pero por rebote tropieza también con los nacional-antiimperialistas del proceso bolivariano, aunque muy poco con el patriotismo de micrófono, con los partidos socialdemócratas simpatizantes del marxismo legal y con la “izquierda” moderada.
    Obviamente, las corrientes etapistas de estado o de la PYME que critican al economismo en base a su propia concepción del estado y del socialismo -caso mencionado anteriormente del exministro R. Ramirez o del ministro en función Castro Soteldo que habla con gran ligereza de una burguesía revolucionaria dentro del mismo Estado, incluso de algunos nacionalistas mediano burgueses de la Pyme como el funcionario Pérez Abad y otros, que revelan o bien oportunismo o bien una gran confusión política al no diferenciar:
1. El social reformismo o el nacional reformismo asistencial dentro del capitalismo de estado de progresividad intermitente, identificado por los etapistas como estado <socialista>. Se trata de una vieja y errónea concepción del reformismo de izquierda exhumada por el oportunismo nacionalista.
2. No entender los limites histórica de acumulación y desarrollo del nacionalismo burgués venezolano -<oprimido> como clase aunque sobreviviendo como sector de clase- a las altura de la concentración y centralización mundial del imperialismo siglo 21 en curso acelerado hacia el fascismo, capital decadente, ciertamente, pero hegemónico y balkanizador de las naciones oprimidas, de acuerdo a las acciones terroristas de la OTAN en Yugoeslavia, Irak, Libia, países africanos y tendencias divisionistas en Latinoamérica.
    En tales condiciones la mancipación de la Pyme del dominio del gran capital, es mucho menos posible recomponiendo alianzas estratégicas con la decadente socialdemocracia puntofijista que incluye los monopolios de Fedecámaras-Venamcham un cartel capitalista ligado por origen a los intereses del imperialismo petrolero anglonorteamercano.
3. Tampoco su autonomía es viable desde ese tipo de nacionalismo que algunos jefes chavistas glorifican empíricamente como “burguesía revolucionaria” por el sólo hecho del acercamiento de algunas de las cámaras de la Pyme (sectores de Fedeindustria, por ejemplo) al capitalismo de Estado, en algunos casos por simple oportunismo, lo cual quedó facilitado por la decisión de la jefatura bolivariana de hacer del PSUV un partido policlasista, en un momento en que la contradicción capital-trabajo, o sea burguesía-proletariado ganaba terreno en  tanto en la lucha de clases como en el problema nacional antiimperialista.
   La clase trabajadora al no entender tales incoherencias del socialismo del siglo 21 a nivel del PSUV, del Estado-gobierno bolivariano (Véase la teoría de Karl Renner al respecto (*), ni el estatismo nacional burgués de los grupos del capitalismo nacional oprimido) cuyos líderes han sido incapaces de superar el viejo etapismo democrático burgués dependiente de 1958, a tiempo que un sector importante del chavismo se devuelve al liberalismo, el
grueso de las clases explotadas y oprimidas regresan a la lucha económica, allí se convierten en pasto de los economistas “de izquierda”
 
(*) K. Renner> Teórico <austromarxista>, canciller de Austria (1918-20), que según advierte Michael Löwy, su tesis sobre el estado <tiene mucho más que ver con lassalleanismo que con el marxismo (Ver. k Renner “Marxismo, guerra e Internacional”, (1917 Stuttgart, 1917, pp26. Citado por M. Löwy- Haupt <Los marxistas y la cuestión nacional, edit. Fontamara, 1980 p102
 
(*) Véase en el punto la revisión que, de la lucha de clases, la dictadura de clase y el partido proletario, hace k. Kautsky. Esta vez el lector debe apuntar a la etapa revisionista de Karl Kautsky.
   Precisamente desde aquí parte la falsa crítica <locherista> del exministro Ramirez contra la clase trabajadora, según la interesada expresión del funcionario ciado en desgracia, error estatista profundizado por los inventos del ministro Castro Soteldo acerca de una burguesía revolucionaria y peor aún, el descubrimiento arqueológico del gobernador peseuvistas Fredy Bernal celebrando heroìcamente por la TV burguesa que la <revolución> bolivariana es definitivamente capitalista liberal (¡uf!)
Tales ideas producen el mismo efecto negativo en la masa obrero-campesina comunal que corre la misma suerte ¡el economismo! -esta vez sí señor Ramírez- del etapismo pequeño burgués, reducida la clase, sus derechos laborales, los sindicatos y el programa obrero, a un sonso productivismo monopolizado por las grandes burguesías extranjeras y locales, en forma de empresas estratégicas ya mixta o ya directas privatizadas por etapas, gracia al proyecto “nacionalista” del chavismo del 2005
De estos cambios no podrá zafarse ni el nacionalista burgués de nuestros días, ni el obrerista capturado por el discurso radical de turno, las tretas o los negocios de los grupos nacional reformista de Estado.
   El defensismo pasivo del Estado-gobierno chavista como línea de resistencia a lo Gandi, línea cristiana de resignaciòn o distracción frente a las feroces provocaciones y el bloqueo imperialista norteamericano coordinado con sus socios internos monopolistas, pareciera -pero sólo en algunos militantes de base- producto de una gran ingenuidad y novateria de principiantes, en militantes atrapados por una inexperiencia política previa y desconocimiento de la teoría revolucionaria.
   En sectores de base del Partido y del gobierno esto podría ser una explicación valida, mas no la es en aquellos dirigentes civiles o militares venidos de la vieja izquierda, incluso de aquellos ex marxistas brincados al nacional democratismo pequeño burgués durante el proceso chavista.
  Tal defensismo tiende a caer por gravedad en el agujero negro del economismo del que nadie que niegue la política proletaria, la lucha de clases, la dictadura de ellas y la dirección clasista del partido proletario, podrá escapar; quien no crea o no entienda como trabajar las complejas contradicciones de las clases, la cuestión nacional y el partido clasista en este complicado y globalizado siglo 21, creyendo que es suficiente para ello inventar disparates ideológicos trasnochados como hicieron en el pasado reciente los etapistas (1958); los foquistas de la década de los años sesenta, los revisionistas del socialismo a la venezolana de la década siguiente de los setenta y los nacionalistas inventores del llamado socialismo del siglo 21 de los últimos 24 años, saldrán de ese laberinto, no podrán hacerlo ni aun viajando a la velocidad de la luz; no lograran vencer la atracción del reformismo ni los pasos atrás en la política moderna. menos la aprovecharan en favor de un cambio revolucionario, incluyendo en ello la cuestión nacional. serán alargados y despedazados por la poderosa gravedad de ese histórico agujero de las clases sociales del que no escapa ni la luz.
   Aturdidos por esta situación el defensista ingenuo usa el economismo como salida inmediata metiendo todas las contradicciones políticas en un mismo saco a favor (defensismo) o en contra (cuestionamiento automático) “del gobierno”, que, si bien es la única figura institucional resaltante de la superestructura del sistema capitalista, no es el sistema y menos es el resumen de la lucha política de clase contra el sistema capitalista, la burocracia y el reformismo.
   Esa es una crítica inmediatista, electoralista, de cortísimo plazo, que no apunta al cambio del sistema de explotación, sino a su reforma y maquillaje, no porque la torpeza y los retrocesos liberales del gobierno no la merezcan, sino porque al imperialismo le es muy fácil reemplazar un gobierno por otro, haciendo huir hacia adelante o hacia atrás sus relevos.
   Les basta un buen aparato de propaganda y el viejo modelo de los <bloques> electorales, impenetrable el uno por él otro por razones no políticas de la lucha de case, sino por otras variables agregadas, razones sicológicas, sociológicas, propagandísticas, fetichistas, alienadas, nacionalistas, neoliberales etc.,
   En concreto, la polarización política que puede ser determinante en las coyunturas revolucionaras, sin un método, un estrategia, el programa revolucionario y la organización de clase disciplinada en el partido no alcanza sus metas; sin organización ni programa de clase; sin conciencia de poder ni dirección capaz y decidida, la revolución no tiene vida,  decae, dando pivotes en las cabezas de las grandes masas, se transforma a veces, en discursos ardientes y floridos pero vacuos que facilitan los planes continuistas de la gran burguesía dominante, sus figuras y socios imperialistas, capitalismo avezados en desplazar un gobierno de turno por otro parecido que distrae, retarda y aleja del cambio a las grandes masas.
    La burguesía sólo tiene pues, que financiar el triunfo del candidato siguiente y si pierde el control de su maquinaria electoral, queda la opción represiva o el push militar o cívico militar como se dice ahora; naturalmente, todo ello sin desconsiderar la provocación e invasión imperialista, publicitada como la democracia burguesa del más fuerte, tal como lo explicó en su discurso de junio, el disparatado Cromañón del Norte Donal Trump y mas recientemente su alter ego idiota mr. Biden
   No estudiar ni actuar sobre la composición, teorías y las contradicciones de las clases dominantes y su estado-gobierno, reduciendo la política revolucionaria sólo a la burlilla, adjetivos despectivo y ridiculizaciones, desvaloriza la seriedad de la crítica socialista. Se trata de un estilo que no corresponde al carácter de los objetivos históricos del proletariado sino al desconocimiento o subestimación del hecho, algo frecuente en la derecha y el reformismo criollo.
    Dicho estilo está bien para disimular la ignorancia o el trato superficial del tema, como lo han demostrado repetitivamente socialdemócratas nacionalistas improvisados. pero no para llenar constructivamente los espacios de la revolución antiimperialista del proletariado. Además, dicho estilo no educa políticamente, mas bien puede crear desorientación en las filas obreras (y no obreras) de la sociedad.
   De hecho, un mal estilo de la crítica distrae el punto central del tema, el interlocutor tiende a concentrarse en <el primer árbol del bosque> o chiste ligero perdiendo la perspectiva de conjunto, o sea, el estudio, la caracterización y la resolución del hecho político. El programa revolucionario para un cambio histórico. se expone al simplismo del chiste inoportuno.
   Ahora bien, el defensista que sin embargo es honesto en su defensa militante, qué cándidamente cree que las fracciones nacional reformistas dentro del Partido y del estado, pueden ser de verdad antiimperialista o nacionalista; que ellas encarnan un dechado de virtudes revolucionarias, es el candidato perfecto para dar vueltas permanentes sobre suposiciones y prejuicios ideológicos, quedando a la larga prisionero de sus propios espejismos políticos. La lógica formal le señala medias verdades, pero insuficientes.
   Este prototipo de militante de izquierda intuye, por ejemplo, qué, ante las tropelías del imperialismo mundial y los peligros reales de una tercera guerra general, que frente a la crisis de sistema imperialista anglo-norteamericano y sus colaboradores, no hay otro camino que <resistir> cristianamente, no enfrentar el problema.
   Los nacionalreformistas venezolanos han hecho mucho uso de esa táctica ideológica diletante que no explica con claridad contra quién o porque hay que <resistir>, cómo hay que resistir, ni que es lo que realmente se resiste.
   En resumen, la respuesta en el proceso combinado de lucha de clases y cuestión nacional o en general socialismo y antiimperialismo es esencialmente política, programática, combinada y de carácter estratégica, científicamente planificada. La lucha contra el imperialismo anglo-norteamericano y sus socios europeos hoy en decadencia histórica evidente, no tiene un carácter. mesiánico ni convencional como creen muchos de nuestros nacionalistas acostumbrados a practicar un doble discurso en esa dirección.
   El proceso bolivariano de Venezuela ha demostrado que detrás de la piratería teórica de algunos patriotas de nuevo cuño, de sus dobles discursos y las mentiras dichas con impresionante caradurismo, se esconden fuerzas reaccionarias del capital. El miquelenismo, las decenas diputados, constituyentitas, militantes y funcionarios civiles o militares saltones del chavismo a la derecha, confirman nuestras palabras.
    Que el proceso revolucionario bolivariano no debe ser un asunto de simple propagandismo electoral ni una oda al populismo y la anarquía; tampoco una diversión callejera e irresponsable de sectores del lumpen o un pavoneo presuntuoso de genios infalibles y únicos de la historia, es otra demostración popular concreta producto de sucesos inequívocos como los del 13 de abril de 2002-2003. La propia experiencia socialista ha dejado claro que la revolución no es un destello genial de personalidades habilidosas, de figuras predestinadas e infalibles sino consecuencia de de complejos hechos históricos del desarrollo social.
En resumen, de este tema diremos:
 1. La contradicción política fundamental de clases el proletariado-burguesía- incluye, por razanes históricas específicas, la contradicción nacional venezolana con el imperialismo anglo-norteamericano, sus aliados europeos y asiáticos, además del correaje monopolista de las burguesías sumisas locales tipo Fedecámaras Venamcham, partidos de derecha y finalmente a los grupos nacionalreformistas dentro del Estado-gobierno, de gente comprometida, cada uno en su nivel, con los planes estratégicos del imperialismo, los bloqueos, la represión popular, privatizaciones directas o mixtas, pobreza, salarios de hambre y expropiaciones descaradas de activos nacionales etc., acciones todas apuntando a la acumulación de capitales, encadenadas al colaboracionismo reformista, enemigo inmediato del proceso bolivariano en curso y de as revoluciones sociales del sigo 21.
2. Que los brotes del débil capitalismo nacional -PYME y alrededores, aun con todo su raquitismo histórico, con todas sus torceduras ideológicas, provoca roces y choques intercapitalistas con los capitales opresores, aprovechables por la revolución antiimperialista, que alejan a dichos sectores de la pequeña burguesía de los monopolios dominantes, acercando a sus núcleos mas  avanzados al proletariado que, hoy por hoy, es la fuerza de mayor firmeza en los frentes de lucha por la soberanía, opuesta a la dependencia servil, constituyendo, en sus niveles democráticos, parte del progresismo donde quiera que estas corrientes estén.
   Por tal razón esos sectores también pueden formar parte del frente amplio antiimperialista de lucha general contra la dependencia en momento clave signado por la decadencia y crisis del capital imperialista mundial.
 3. El proletariado, los socialistas revolucionarios consideramos los sectores del nacionalismo autentico, al partidismo progresivo, a las diversas ideologías ambientalistas, folclóricas, de género, creyentes del pueblo, humanistas. y otras capas que de hecho actúen en contra de la dependencia, la opresión nacional, el neoliberalismo, la derecha, los monopolios, el reformismo y la explotación, en favor del desarrollo nacional, de la soberanía; que acepten el antimperialismo proletario como fuerza de la liberación nacional y el socialismo revolucionario no esa caricatura que de él han hecho los reformistas burgueses, como parte destacada del frente amplio policlasista antiimperialista del pueblo venezolano enfrentado al principal enemigo de la humanidad del siglo 21, el imperialismo yanqui, a sus socios europeos de marras, los terroristas de la OTAN y quienes acompañen a este verdadero Armagedón del apocalipsis moderno.
    Vencerlo ahora equivale a preservar la especie humana seriamente amenazada por los frentes de guerra montados por un imperialismo que prepara su tercera guerra mundial en dirección de un nuevo reparto del planeta para así superar la profunda crisis estructural que estremece al capitalismo contemporáneo y sus socios monopolistas, los principales enemigos de la masa obrera-campesinas-comunal del planeta.
   No hay otro pues, otro camino para liquidar concretamente esa amenaza que la puesta en marcha de una gran frente de lucha nacional antimperialista combinada con la lucha popular por el socialismo científico, el verdadero cambio socialista para Venezuela y Latinoamérica-Caribe. Esta condición contradice de plano las actitudes pusilánimes como el defensismo, el quietismo popular o el conformismo, adelantado por los neoliberales y nacionalreformistas del área a costa de las penurias de <los de abajo> y los excesos de los <de arriba> (*)
 
(*) Ver, las tesis de PRT sobre el frente general sancionadas en los documentos del IV Congreso y reuniones posteriores, incluyendo nuestra posición política sobre el reclamo del Esequibo arrebatado por el imperialismo inglés y su tentáculo. de la Exxon Móbil, la Chévron de EEUU y el manumiso gobierno guyanés del señor Ali. En cuanto a la mención hecha sobre la vieja definición de la unidad nacional antiimperialista del Partido, recomendamos la consulta de nuestra prensa central de los años setenta y ochenta, el periódico Unidad Nacional Antiimperialista, informativo del frente MPDIN-PRTV, antecedente directo del actual partido revolucionario de los trabajadores.
 
   Definitivamente, cerrar los ojos militantes ante las tropelías internas de los monopolios locales y sus mensajeros reformistas dentro y fuera del Estado-gobierno, corriente que ha abandonado públicamente no ya el socialismo sino al propio proceso nacional bolivariano en favor del revisionismo y finalmente de la socialdemocracia, por tanto, no solo el concepto de clase sino de autonomía nacional, para abrazar, igual que el punto fijismo, los mandatos del mercado monopolista, de la dependencia, de la tripartita y otros artefactos de la opresión-explotación de clase salpicada de anti obrerismo, eso, constituye sin duda alguna un grave retroceso político, una desnacionalización abierta al curso revolucionario bolivariano.
      El avance del proletariado obrero campesino-comunal hacia la reconstrucción del poder popular es evidente, lo es incluso a nivel mundial, este avance y la dualidad del discurso oficial, crea un contrasentido entre lo que se dice y lo que se hace. Las posiciones defensistas, el colaboracionismo político a ultranza y el encierro dentro del economismo forman la portada y contraportada de la misma causa regresiva en las filas del nacionalismo revolucionaria.
El defensismo de las políticas reformistas, los cheques en blanco al respecto dentro y fuera del proceso bolivariano, por parte de algunos revolucionarios que por sectarismo o compromisos personales aceptan sin chistar cualquier medida oficial de los grupos dirigentes, es una postura que beneficia al capital simultáneamente atropella a la clase obrera, al pueblo en general, haciéndole un flaco servicio a los monopolios burgueses, en un siglo en que este ya no es floreciente sino decadente y retardatario, toca por tanto al Partido cuestionar y corregir tales posiciones.
En respaldo a lo que decimos respecto a la situación venezolana de hoy, termina nuestra explicación recordando, una vez más, a la clase obrera campesina y comunal, a sus líderes y componente, el aleccionador fragmento de V. Lenin referido al problema nacional y la posición del partido proletario al respecto:
<El principio de la nacionalidad -señala Lenin en sus Notas críticas sobre la cuestión nacional- es históricamente inevitable en la sociedad burguesa, y, teniendo presente la existencia de esta sociedad, el marxista reconoce plenamente la legitimidad histórica de los movimientos nacionales. Pero para que este reconocimiento no se transforme en una apología del nacionalismo, es preciso que se limite rigurosa y exclusivamente a los elementos progresivos de tales movimientos con el fin de que no contribuya a enturbiar la conciencia del proletariado con la ideología burguesa>. (Lenin, Notas críticas sobre la cuestión nacional. Octubre-diciembre de 1913. Recopilación, Lenin sobre el movimiento de liberación nacional, ediciones Lenguas Extranjeras Pekín, p14 1960)
 
    Con la clara explicación de Vladimir Lenin sobre el tema nacional, tomada como separata de nuestro largo material sobre la Ley Orgánica del Trabajo votada por el gobierno de Chávez en el 2012, concluimos este capítulo sobre la cuestión nacional. Se entiende que el frente amplio antiimperialista, tal como fue debatido en nuestro IV Congreso pasado, es una estructura revolucionaria de composición diversificada, un programa de lucha estratégico y autónomo del proletariado que reconoce la “legitimidad” nacional, dentro de la autonomía y las condiciones de clase del proletariado.
   Por tanto, el frente no es una política pasajera, de simple coyuntura electoral o no, factible de correr la piche suerte del polo patriótico, victimado por oportunistas y reformistas de turno; tampoco es una táctica pasajera para conseguir votos como creen algunos jefes chavistas, que confunden el punto con cualquier política asistencial o populista del Estado.
   El frente tampoco es un partido ni una suma de partidos y muchísimo menos el frente antiimperialista puede fundarse paralelo a las privatizaciones mixtas o directas de los recursos estratégicos, que son la única esperanza de desarrollo nacional y el futuro concreto para las nuevas generaciones; mucho menos una política popular frentista de liberación nacional haca el socialismo puede permitir que se desprecie, humille y escamotee los derechos de la clase obrera, del campesinado y las comunidades (*)
(*) sobre estos asuntos del frente amplio recomendamos al lector revisar los documentos del IV Congreso del PRT digitalizados en los correos electrónicos y en las redes virtuales del Partido. Igualmente instamos a la lectura de nuestro folleto sobre la I Convención Nacional Extraordinaria del Partido Revolucionario de los Trabajadores PRT o III Congreso del mismo. V. Ediciones El Proletario julio 2006
 
 

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