miércoles, 24 de septiembre de 2025

A PROPÓSITO DE LA PROVOCACIÓN MILITAR IMPERIALISTA ANGLO-NORTEAMERICANA, DEL PROGRAMA DE LUCHA PROLETARIA Y DE LA UNIDAD NACIONAL REVOLUCIONARIA

A PROPÓSITO DE LA PROVOCACIÓN MILITAR IMPERIALISTA ANGLO-NORTEAMERICANA, DEL PROGRAMA DE LUCHA PROLETARIA Y DE LA UNIDAD NACIONAL REVOLUCIONARIA



Otto Van der Velde Q.

En el IV Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT- celebrado en Caracas en diciembre del año 2021, los delegados nacionales del PRT debatieron intensamente una serie de temas políticos importantes sobre la situación internacional y nacional. Fueron debates intensos cuyos resultados el tiempo ha demostrado ser, en gran medida, válidos. Entre estos podemos comentar, dada su relevancia y actualidad, las siguientes conclusiones del debate:

1. La crisis del imperialismo anglo-norteamericano y sus aliados de la Unión Europea-NATO, es decir, del llamado “imperialismo occidental”, no es una crisis cíclica más, sino una crisis estructural e histórica, en el marco de un sistema capitalista en decadencia general de carácter irreversible, que, comenzando con la ola de bancarrotas industriales y financieras de 2007, se extiende en zigzag desde aquellos acontecimientos hasta la actualidad.

   No es, por tanto, un desajuste pasajero de carácter circunstancial; es una crisis de fondo que incide notablemente en el eje mundial de hoy, es decir, prolongada y determinante para tales fuerzas del capital. Tal condición general –que aumenta sus efectos a diario– hace evidente su declive en 2025, siendo políticamente notoria tal decadencia en los gobiernos de una burguesía demócrata o republicana, incapaces y torpes como Biden o Trump, que ahora son las cabezas visibles del imperialismo liberal o conservador de Estados Unidos, cuyas decisiones arrastran a la Unión Europea y a todos sus seguidores internacionales, tambaleando el sistema imperialista mundial.

   Tal situación general del imperialismo abre grandes posibilidades concretas para un ascenso internacional del proletariado hacia el poder político, confirmando la tesis marxista de que será la clase obrera y sus aliados históricos quienes sean los sepultureros históricos del capitalismo. Esta situación no escapa a Venezuela ni a las naciones del área latinoamericana-caribeña.

2. La estrategia imperialista central para superar su gran crisis es la reconcentración de sus fuerzas político-militares en el rico "patio trasero" del imperio, que no solo es una denominación humillante y particularmente acuñada contra Venezuela, sino que denota los grandes recursos naturales que posee nuestra nación en petróleo, minería, recursos acuáticos, oro y otras riquezas, sin las cuales la barbarie imperialista anglosajona tendrá sus días contados en la nueva geopolítica mundial.

   Al mismo tiempo, la vieja opresión de Estados Unidos y sus aliados olvida que tan valiosos recursos, propios de un país oprimido, son indispensables para lograr un gran desarrollo nacional integrado socialmente; por tanto, el pueblo venezolano de ningún modo permitirá tal saqueo. Ambas condiciones, opresión y desarrollo, son las mismas para toda Latinoamérica, pero repetimos, particularmente para Venezuela.

   Para los imperialistas, no es más que una política tradicional de saqueo en momentos de crisis profunda, significando para el gran capital un recurso de vida o muerte para las ganancias extraordinarias de su burguesía. Este plan invasor imperialista se desarrolla en medio de la actual reorganización geopolítica general del mercado internacional y local, similar a lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, incluyendo la idea de balcanizar y fragmentar territorialmente al continente, siguiendo el modelo colonialista aplicado a partir de los años 80 en Yugoslavia, Checoslovaquia, parte de Europa del Este, Libia, Irak, África y Asia. Esta geopolítica de división territorial está controlada militarmente por sus fuerzas imperialistas de ocupación, plan que, como sabemos, ya ha comenzado, al igual que la resistencia antimperialista del pueblo venezolano, latinoamericano y caribeño.

3. Ante tan negro panorama, nuestro IV Congreso y sus plenos sucesivos ratificaron la línea de organizar un gran frente amplio antimperialista y antifascista, tanto nacional como internacional, contra semejante estrategia colonial del imperialismo del siglo XXI, sus aliados europeos y los "arrastrados" del área, enganchados en el servilismo de los monopolios locales como Fedecámaras, Venamcham, o de los partidos de derecha de turno, dentro o fuera de la nación venezolana.

4. Este gran frente de lucha liberadora antimperialista no va hacia el capitalismo nacional dependiente y neocolonial, sino hacia el socialismo revolucionario. Considerando el reconocido principio estratégico de Von Clausewitz de que "la guerra es la continuación de la política por otros medios", es también la continuación de las clases, y la lucha de clases por esos medios. Por ello, el movimiento clasista obrero, todo el proletariado campesino-comunal, debe organizar, de hecho, dirigir un Estado Mayor obrero campesino-comunal y un programa de lucha que represente, como nación y como clase, sus intereses en cualquier tipo de confrontación. La guerra antimperialista por la soberanía y unidad nacional es, igualmente, la continuidad política de la lucha de clases nacional e internacional, no del patrioterismo burgués, que es una fábrica de carne de cañón de los "de abajo" para aumentar los negocios de los "de arriba", sino para alcanzar una unidad nacional soberana en la lucha antimperialista, con un sentido de unidad no patriotero, sino de clase, de soberanía plena contra la opresión imperialista, y así mismo, contra la explotación de los monopolios capitalistas internos, que han demostrado desde el 23 de enero de 1958 hasta el 11 de abril de 2002-2003, ser la quinta columna o el caballo de Troya del imperialismo angloyanqui, que hoy nos bloquea y nos agrede.

   Se trata del principio de que la patria, su unidad y soberanía, desde el programa de lucha proletario, nada tiene que ver con el lucro y los intereses del mercado capitalista, ni con la manipulación emotiva del cliché de "la patria" a secas, sino con los intereses patrios del pueblo explotado y oprimido, que está obligado a mantener con firmeza, aun con toda la amplitud y concesiones políticas necesarias, sus propios derechos sociales e ideológicos. Por ello, la asociación ideológica del concepto "patria antimperialista" y soberana, equitativa y de iguales derechos sociales, políticos y económicos. Este principio es la condición sine qua non para lograr la formación de un gran frente policlasista amplio contra la intervención político-militar del imperialismo mundial y sus aliados. El proletariado combate a la burguesía invasora y lo hace, como hasta ahora lo ha hecho, con su propio programa de lucha que no excluye sus intereses como pueblo.

   En consecuencia, es necesario presentar un claro, amplio y muy concreto programa político antiimperialista y antimonopolista, contrario a las habituales maniobras reformistas de quienes pretenden: a) convertir a las masas en un gran títere para alcanzar los intereses de una gran burguesía local y mundial, alienada a los negocios de guerra, que en el siglo XXI resulta en una conflagración de muerte y destrucción sin paralelo para la especie humana. Esto, si bien es vital para los intereses imperialistas dada su crisis histórica, no lo es para el histórico sentido de paz y solidaridad que caracteriza al pueblo venezolano; b) salvar al anacrónico sistema capitalista venezolano, dependiente, tan explotador como generador de pobreza y atraso, un sistema diestro en "pañitos de agua caliente" ante la estructura monopólica de un sistema antinacional, anti-proletario, que ha fracasado estrepitosamente y debe ser reemplazado por un desarrollo nacional independiente, autónomo, solidario, de paz, igualdad y bienestar social.

5. Nuestras diferencias con los sectores reformistas, dentro o fuera del país, y sus diversos gobiernos, tienen un carácter político distinto a nuestras diferencias globales con el imperialismo hegemónico anglosajón y sus socios golpistas de los años sesenta y del 11 de abril; es decir, con los monopolios privados internos. Estos son los sujetos principales de la contradicción general, entre clases opresoras y explotadoras versus clases oprimidas y explotadas, cuyo desenlace tiene que ver con el desenlace de la contradicción fundamental histórica entre capital y trabajo, que afecta tanto al programa amplio de liberación nacional antimperialista como al curso revolucionario socialista.

6. Nuestras diferencias ideológicas con los sectores reformistas y nacional-reformistas dentro del proceso, el Estado y los partidos policlasistas no son las mismas que la contradicción anticapitalista fundamental representada por los monopolios capitalistas internos, una clase "de arriba", que, como se sabe, desestabiliza e inexplicablemente queda impune a pesar de sus descaradas tropelías, su mísero aporte del 1% al PIB, que además lo goza completo con excepciones y ayudas, e incluso a pesar del propio artículo 113 de la Constitución Bolivariana que los prohíbe tajantemente. Tampoco son estas diferencias las mismas que nuestro Partido mantiene ante las políticas de rapiña y saqueos fascistas del imperialismo anglo-norteamericano. Se trata de diferencias y críticas de orden ideológico-político, firmes y duras, pero de ese orden.

   Por lo tanto, entendiendo que la cuestión nacional y la lucha de clases son dos fases de la lucha venezolana, vinculadas y concretas, pero no iguales, las respuestas políticas son claras tanto en el campo nacional antimperialista como en el campo socialista. De hecho, en una situación como la actual, los revolucionarios, especialmente los socialistas y marxistas, debemos explicar a las masas los porqués de tales desigualdades históricas, lo que une o diferencia las cosas en la combinación de los choques entre opresores y oprimidos, y entre capital y trabajo; en la dinámica unitaria contra el enemigo común: el imperialista y los monopolios capitalistas locales, estableciéndose por esa vía liberadora una dialéctica complementaria, básica y determinante en los combates contra la dependencia y el neocolonialismo, un curso que, correctamente implementado, llegará fortalecido al socialismo científico.

   Se trata de una línea unitaria de carácter estratégico como antimperialista propuesta por la clase proletaria, en el entendido de que la lucha nacional pasa por la lucha de clases, no al revés. De allí que una defensa nacional contra el imperialismo pase por la defensa de los derechos e intereses de clase; esto es, por el programa, derecho que, como todas las clases y sectores de clase, también tiene el proletariado y sus aliados revolucionarios para organizar un Estado de clase de nuevo tipo, poniendo fin al prolongado proceso interrumpido del Estado capitalista que no termina de morir y al Estado socialista que no termina de nacer.

   Entendemos, por la propia experiencia política venezolana desde el 23 de enero de 1958 hasta nuestros días, lo difícil que le resulta a los infantilismos de izquierda y a los oportunistas entender esta dialéctica combinada de la lucha de clases por el socialismo científico con la cuestión nacional de amplia lucha policlasista por la soberanía nacional; pero no hay otra forma de resolver la liberación nacional y el socialismo en Venezuela –quizás también en Latinoamérica– que esta. Lo demás es perder tiempo en la avalancha de caricaturas socialistas o de gestos nacionalistas y chauvinistas, cada uno más ridículo que el anterior, inventados por publicistas burgueses y sus “panas” socialdemócratas, de los que tanto abundan en nuestra época, muchos de los cuales no solo vienen de la derecha, sino del viejo revisionismo de izquierda de los años setenta.

   Creemos, pues, que este es el programa proletario correcto para derrotar lo menos traumáticamente posible al peligroso imperialismo anglosajón en declive histórico, así como el camino menos torcido para unificar las fuerzas proletarias y generales del pueblo venezolano, incluyendo especialmente a las propias fuerzas obreras norteamericanas y europeas de vanguardia, con las que debemos enlazarnos para formar un poderoso Estado Mayor obrero unificado, anti-explotador y antimperialista, capaz de derribar al gran enemigo de la especie humana: el gran capital y la gran burguesía que amenazan a la humanidad. Este es el camino que personifica políticamente al proletariado como la vanguardia histórica del siglo XXI, en lucha por la liberación nacional y el socialismo en función de un nuevo estado obrero, campesino y comunal para todo el pueblo.

7. No distraer las fuerzas del cambio en diversionismos ideológicos, festines y tareismos liberales de segundo orden, que solo sectarizan y rebajan la conciencia revolucionaria militante con posiciones y cuestionamientos no electorales sino electoralistas, no sindicales sino sindicalistas, no disciplinadas sino anárquicas. La lucha de clases, así como la defensa de la soberanía nacional, nada tiene que ver con semejante distraccionismo que en verdad son tácticas practicistas que descentran los objetivos políticos clave de las coyunturas, ralentizándolas y permitiendo a la burguesía y sus aliados recuperarse, mientras que el pueblo pierde oportunidades de cambiar la situación.

   Tampoco es inteligente simplificar las múltiples contradicciones de la crisis capitalista reduciéndolas todas al personalismo presidencial, desperdiciando los errores de clase, los intereses generales en juego, y las maniobras y retrocesos en todo ello. Ese reduccionismo beneficia y oculta la responsabilidad de las clases dominantes y del partidismo de derecha en la situación social, concentrando la atención limitada de las masas en los individuos, lo que permite a la burguesía pasar desapercibida en sus responsabilidades, llevando al pueblo a confundir el Estado y la burguesía, que son cosas distintas, y al capital a reemplazar a una figura por otra, repitiendo el ciclo una y otra vez hasta agotar la moral y credibilidad popular. Esa cortedad política, que despide un fuerte tufo electoralista, ha resultado también muy adecuada para las distorsiones antimarxistas del revisionismo, las mentiras y discursos reformistas, y la táctica opositora de la derecha y del "quítate tú pa' ponerme yo", fórmula que los capitalistas aplican automáticamente cuando caen en sus propios huecos.

   Es precisamente esa la fórmula general del electoralismo, aplicada invariablemente desde el 23 de enero de 1958 hasta el presente; procedimiento que desprecia la lucha de clases, siguiendo literalmente los inventos revisionistas que ignoran o fingen ignorar el estado de clase y el capitalismo de Estado. En general, es una corriente acostumbrada a mirar al techo cuando topa con las erráticas políticas reformistas o del partidismo oportunista. Una política de indiferencia contagiosa que considera la institucionalidad capitalista como suya y a la democracia burguesa como la única democracia social, a sus leyes y escritos no como la filosofía de la clase dominante sino como la Biblia. En resumen, reducir la compleja dialéctica de clase al voluntarismo es una medida facilista que bloquea el desarrollo continuo de la conciencia de poder para sí de las masas, creando en sus filas una montonera de ideas ruidosas que suelen terminar en dimes y diretes de vecindario.

   Acabar con todo esto dentro del movimiento revolucionario y de masas es muchísimo más importante que perder el tiempo en electoralismos de segundo orden, como la letanía de exigir "actas" electorales y otras formalidades propias del electoralismo burgués, como si eso fuera la máxima prueba de "la democracia", cuando por el contrario, facilita a la derecha salir del enredo cambiando una figura oficial por otra, o de utilizar ese formalismo burgués como ariete ideológico de la oposición que invisibiliza y distrae contradicciones políticas de clase mucho más graves y peligrosas para las masas y el proceso revolucionario.

   En tal caso, se entiende que las responsabilidades personales, sus errores políticos y retrocesos, entran en los señalamientos críticos y las sanciones correspondientes, no únicamente personalistas, que aparecen como producto aislado del autoritarismo y no como parte de la lucha de los intereses de clase o de las tácticas políticas de los sectores dominantes, centristas, del propio reformismo, etc.

   El movimiento revolucionario debe desechar para siempre esa equivocada línea producto del etapismo de izquierda que no ha logrado zafarse de aquel viejo pensamiento electoral democrático burgués que obstruye la insurrección política del 23 de enero de 1958, cuyas ondas llegan hasta hoy, causando pérdida de las grandes coyunturas políticas posteriores. No es lo mismo la lucha nacional antimperialista y de clase que la fatigosa e inútil rutina economicista en todas sus variables que nada tiene que ver con la lucha económica, sino con su perversión; menos tiene que ver con las tareas socialistas, pero sí con la falsificación del socialismo. La complicada política de nuestros días no puede ser simplificada ni en un estrecho voluntarismo, y menos con burlas y chistes de segunda mano.

8. Un gran frente amplio de lucha antimperialista y antifascista general es la clave del poder político en esta notable coyuntura mundial que se abre con la decadencia del imperialismo hegemónico norteamericano e inglés; crisis que le plantea nuevamente al proletariado la necesidad de pasar a la ofensiva por el poder político al frente de las fuerzas populares, dada las posibilidades concretas de derrumbar la larga y sangrienta hegemonía del imperialismo anglosajón, incluidos sus terroristas de la OTAN. Este es el punto clave; lo demás viene después. Asociado a ese proceso, una nueva geopolítica nacional, soberana y autónoma de Venezuela, Latinoamérica y las naciones caribeñas.

   Un nuevo escenario mundial exige, como superación de la dependencia o el neocolonialismo, un gran desarrollo industrial y agrícola de carácter social, no dependiente ni colonizado, como la única forma de asegurar la independencia evitando la fragmentación nacional. No hay más salida que esa, y ello es imposible dentro de la dependencia y las ataduras del capital monopolista interno.

   El peso en la economía mundial, política y demográfica que representa la coalición internacional de los BRICS es, hoy día, para el proletariado venezolano, una palanca decisiva en este proceso moderno agrícola-industrial para derribar al viejo enemigo imperialista anglo-norteamericano, que ha entrado en una crisis profunda e irreversible, arrastrando con ella a sus cómplices europeos y japoneses; pero también lo es para suplir las necesidades propias y autónomas de desarrollo de los países oprimidos dentro del nuevo mercado mundial.

     Es esa la gran vulnerabilidad del capitalismo de siglo 21 y la línea revolucionaria oportuna de Venezuela y del Continente oprimido que al liberal sus viejas cadenas, puede entra en una nueva etapa de crecimiento. Por ello, la line principal es hacer peso para hundir al imperialismo anglosajón donde este se encuentre y es un incurable miope político quien así no lo vea. Liquidar semejante fuerza siniestra que por siglos ha montado como orden del día para sí, las intervenciones militares, el saqueo, los bloqueos, la explotación y el atraso nacional, en todo nuestro Continente, incluyendo al propio pueblo inglés y norteamericano como lo demuestra el increíble nivel de deterioro, de pobreza y drogadicción que tienen ambas sociedades imperialistas.

  Para muestra basta el botón del frenético Donal Trump, que ahora ha declarado públicamente que perseguirá como terroristas a todos los que se declaren antifascistas. He aquí entonces la prueba jurídica inequívoca de que <a confesión de partes relevo de pruebas>, confesión que reconoce la propia burguesía yanqui que comparte esa condena con otros psicópatas famosos del sionismo israelí, al estilo de Benjamín Netanyahu y el partido Likud. Su derrumbe y castigo, producto sostenido de la ofensiva del proletariado y las masas generales, será pues, el derrumbe del sistema dependiente neocolonial internacional lo que tambièn significará la demolición del reformismo y su tesis socialdemócrata de que basta reformar al sistema capitalista.

(9) Estos han sido pues, algunos de los fundamente de nuestro importante IV Congreso, de sus plenos sucesivos y de nuestra política actual. En su cumplimiento estamos las veinticuatro horas del día y con ellos hemos avanzado significativamente a nivel nacional, organizando las fuerzas del gran frente antimperialista y antifascista en las regiones; exponiendo al escarnio público los evidentes desaciertos políticos del trasnochado nacionalismo burguès, desnudas sus figuras reformistas dentro y fuera del Estado. Se descubren los dobles discursos del patrioterismo barato de dicha corriente activa dentro del capitalismo público y privado, se alerta a las masas de las peligrosas manipulaciones baratas del patrioterismo burguès, alejando del PRT los alborotadores de oficio, a los divisionistas, escaladores y charlatanes. Se unifica políticamente las fuerzas en crecimiento de un proletariado obrero, campesino, comunal en lucha por la toma directa del poder. polìtico.